Visualiza un mundo en el que sea posible indagar en tu mente para descubrir tus inclinaciones políticas, donde los crímenes de pensamiento sean ilegales y sus emociones personales puedan ser utilizadas en tu contra. Un mundo en el que las personas con epilepsia sean alertadas antes de un ataque y el individuo común pueda explorar su propio pensamiento para borrar recuerdos dolorosos o superar adicciones.
La neurociencia ya ha materializado todas estas posibilidades hoy en día, y la neurotecnología pronto será el «controlador universal» de nuestras interacciones tecnológicas. Si bien esto podría ser altamente beneficioso para la humanidad, sin medidas de protección adecuadas, podría representar una seria amenaza para nuestros derechos fundamentales de privacidad, libertad de pensamiento y autodeterminación.
Si estamos meditando, haciendo cálculos matemáticos, recordando un número telefónico, o o haciendo memoria de algún dato que necesitamos recordar, nuestras neuronas están interactuando en nuestros cerebros, creando descargas eléctricas minúsculas. Cuando nuestro estado mental es de relajación o de estrés, centenares y millares de neuronas interactúan con patrones característicos que pueden ser medidos con un electro encefalograma.
La neurotecnología nos puede decir si «estamos hechos» para ser conservadores o liberales, si nuestro insomnio no es tan malo como pensamos, y si estamos realmente enamorados o solamente es atracción física.
Los dispositivos neurotecnológicos también pueden registrar cambios en nuestro cerebro a través del tiempo, como por ejemplo la disminución de actividad en ciertas regiones de nuestro cerebro asociadas con condiciones como Alzheimer, esquizofrenia o demencia. A nadie le gusta saber si está bajo alguna de estas condiciones, pero sería de gran ayuda tener tiempo para prepararse en su tratamiento.
La misma neurociencia, que nos da acceso a nuestra intimidad, puede permitir a las compañías, gobiernos, y toda clase de actores, y que no necesariamente tienen las mejores intenciones, a los rincones más íntimos de nuestro cerebro y nuestros pensamientos.
¿Pero qué pasaría si después de conocer nuestro comportamiento, o incluso antes, se tuviera la capacidad de modificarlo a contentillo? Hoy en día ya se tiene la tecnología para llevarlo a cabo.
En esta entrevista con Claudia Reiterer y Oskar Villani se saludan de mano, lo que desde la pandemia ya mucha gente ya no hace, y mediante ese apretón de manos, el entrevistado le deja en su mano algunos millones de micro-chips a su entrevistadora. En dicha entrevista de julio del 2014 se evidencia el tamaño de los chips funcionales que existen hoy en día y que pueden ser implantados en nuestro cuerpo sin siquiera ser consientes de aquello. Ahora imagina la evolución del tamaño y capacidad que han tenido dichos chips al 2023.
Las posibilidades se antojan infinitas, tanto para beneficiarse enormemente en materia de salud física y mental, como también incidir en nuestros pensamientos y comportamientos con base a las definiciones, ya sea de nosotros mismos, o probablemente de un tercero.
¿Deberíamos o quisiéramos dar seguimiento directo a la información de nuestros cerebros? . ¿Sería considerado como trampa el mejorar nuestros cerebros con drogas o dispositivos que nos ayuden a aprender más rápido o concentrarnos por más tiempo?. ¿Qué significará si nuestros pensamientos y emociones están en juego, al igual que el resto de nuestros datos siendo comercializados y vendidos por corporaciones?.
Y para cerrar con broche de oro, imagina lo que la Inteligencia Artificial y Machine Learning podría hacer si reuniera toda esta información de nuestros cerebros como humanidad y tuviera la posibilidad de interactuar con ellos. Ahí te la dejo.
¿Estás listo para que te controlen tu mente?
Visualiza un mundo en el que sea posible indagar en tu mente para descubrir tus inclinaciones políticas, donde los crímenes de pensamiento sean ilegales y sus emociones personales puedan ser utilizadas en tu contra. Un mundo en el que las personas con epilepsia sean alertadas antes de un ataque y el individuo común pueda explorar su propio pensamiento para borrar recuerdos dolorosos o superar adicciones.
La neurociencia ya ha materializado todas estas posibilidades hoy en día, y la neurotecnología pronto será el «controlador universal» de nuestras interacciones tecnológicas. Si bien esto podría ser altamente beneficioso para la humanidad, sin medidas de protección adecuadas, podría representar una seria amenaza para nuestros derechos fundamentales de privacidad, libertad de pensamiento y autodeterminación.
Si estamos meditando, haciendo cálculos matemáticos, recordando un número telefónico, o o haciendo memoria de algún dato que necesitamos recordar, nuestras neuronas están interactuando en nuestros cerebros, creando descargas eléctricas minúsculas. Cuando nuestro estado mental es de relajación o de estrés, centenares y millares de neuronas interactúan con patrones característicos que pueden ser medidos con un electro encefalograma.
La neurotecnología nos puede decir si «estamos hechos» para ser conservadores o liberales, si nuestro insomnio no es tan malo como pensamos, y si estamos realmente enamorados o solamente es atracción física.
Los dispositivos neurotecnológicos también pueden registrar cambios en nuestro cerebro a través del tiempo, como por ejemplo la disminución de actividad en ciertas regiones de nuestro cerebro asociadas con condiciones como Alzheimer, esquizofrenia o demencia. A nadie le gusta saber si está bajo alguna de estas condiciones, pero sería de gran ayuda tener tiempo para prepararse en su tratamiento.
La misma neurociencia, que nos da acceso a nuestra intimidad, puede permitir a las compañías, gobiernos, y toda clase de actores, y que no necesariamente tienen las mejores intenciones, a los rincones más íntimos de nuestro cerebro y nuestros pensamientos.
¿Pero qué pasaría si después de conocer nuestro comportamiento, o incluso antes, se tuviera la capacidad de modificarlo a contentillo? Hoy en día ya se tiene la tecnología para llevarlo a cabo.
En esta entrevista con Claudia Reiterer y Oskar Villani se saludan de mano, lo que desde la pandemia ya mucha gente ya no hace, y mediante ese apretón de manos, el entrevistado le deja en su mano algunos millones de micro-chips a su entrevistadora. En dicha entrevista de julio del 2014 se evidencia el tamaño de los chips funcionales que existen hoy en día y que pueden ser implantados en nuestro cuerpo sin siquiera ser consientes de aquello. Ahora imagina la evolución del tamaño y capacidad que han tenido dichos chips al 2023.
Las posibilidades se antojan infinitas, tanto para beneficiarse enormemente en materia de salud física y mental, como también incidir en nuestros pensamientos y comportamientos con base a las definiciones, ya sea de nosotros mismos, o probablemente de un tercero.
El libro «The Battle for your Brain, Defending the Right to Think Freely in the Age of Neurotechnology«, de Nita A. Farahany nos plantea las preguntas que te dejo para que las analices con cuidado.
¿Deberíamos o quisiéramos dar seguimiento directo a la información de nuestros cerebros? . ¿Sería considerado como trampa el mejorar nuestros cerebros con drogas o dispositivos que nos ayuden a aprender más rápido o concentrarnos por más tiempo?. ¿Qué significará si nuestros pensamientos y emociones están en juego, al igual que el resto de nuestros datos siendo comercializados y vendidos por corporaciones?.
Y para cerrar con broche de oro, imagina lo que la Inteligencia Artificial y Machine Learning podría hacer si reuniera toda esta información de nuestros cerebros como humanidad y tuviera la posibilidad de interactuar con ellos. Ahí te la dejo.
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